LA VIDA ECONÓMICA EN EL PERÚ VIRREINAL
A
partir del siglo XVI el Perú empezó a formar parte del mercado mundial
exportando los tesoros incaicos saqueados por los conquistadores. También se
abrieron vínculos comerciales con España y México. Las exportaciones consistían
en productos provenientes del tributo en especies (textiles) y creció la
importación de artículos europeos. En un primer momento fueron los encomenderos
y algunos funcionarios los que se beneficiaron de este tráfico comercial.
En
1545 se descubrieron las minas de plata de Potosí y el Perú se convirtió en uno
de los más grandes exportadores de este metal en el mundo. También se abrieron
otros yacimientos mineros y el comercio se generalizó en torno a las ciudades
fundadas por mineros y funcionarios.
De
esta forma se configuraron varios circuitos comerciales siendo el más
importante el área cuyas rutas convergieron en el centro minero de Potosí:
Arequipa-Cuzco-Puno-Charcas-Potosí. Durante tres siglos se configuró el espacio
“sur andino” que movilizó grandes recursos y sustentó la economía de la
población de esta región.
En
1563 se descubrieron las minas de mercurio (azogue) de Huancavelica y el método
de purificación de la plata fue sustituido por el de la amalgama. Esto favoreció
el crecimiento de la producción a lo que habría que añadir el establecimiento
de la mita, un sistema de trabajo obligatorio y por turnos en el que los indios
acudían a trabajar a las minas.
El
apogeo minero de Potosí duró hasta mediados del XVII, época en que se fueron
agotando las vetas de Potosí y se terminó el azoque de Huancavelica; la mano de
obra también escaseó a medida que los indios intentaban burlar la mita.
Afortunadamente para la Corona en el XVIII se descubrieron nuevos yacimientos
de plata en Cerro de Pasco y Hualgayoc (Cajamarca). La producción se recuperó
aunque nunca alcanzó los niveles de los mejores tiempos del Cerro Rico de
Potosí.
Si
bien la minería fue la actividad clave de la economía virreinal, el comercio
debía ser también impulsado para generar ingresos a las Caja Real. Hasta el
XVIII funcionó el monopolio comercial que benefició al gremio de comerciantes
de Lima (Tribunal del Consulado). El Callao era el único puerto que podía
recibir las mercancías traídas por los galeones desde España y de Lima ser
repartían a todo el territorio virreinal.
Esto
consolidó el poder político y económico de la élite de la Ciudad de los Reyes.
El apogeo llegó a su fin en 1778 cuando los borbones permitieron el libre
comercio y se abrieron más puertos en América para comerciar con la Península.
Esto marcó la decadencia del Callao y el auge de nuevos puertos como Buenos
Aires.
Otros
centros de producción fueron los obrajes donde laboraban los indios mitayos. La
Corona trató en vano de frenar su expansión, pero debido al deficiente
abastecimiento derivado del monopolio su producción cubrió la demanda del
mercado local. Con el auge comercial en el siglo XVIII, debido a las reformas
borbónicas, se inició la decadencia de la producción obrajera.
La
agricultura presentó contrastes según las regiones. En las haciendas de la
costa se cultivaron la caña de azúcar, el algodón, la vid y el olivo; la mano
de obra era básicamente esclava. En la sierra los cultivos fueron más
diversificados: trigo, tubérculos y panllevar; además tenemos la presencia de
haciendas ganaderas (auquénidos y ovinos). La mano de obra también varió: mita
agrícola, indios yanaconas y peones libres.
Los
ingresos de la Corona provenían de una serie de impuestos siendo los
principales el quinto real (20% de la producción minera al año); el tributo
indígena (todos los indios entre 18 y 50 años debían pagar este impuesto en
dinero); y la alcabala (gravó la compra y venta de bienes y varió del 2% al
6%). Otras contribuciones fueron el almojarifazgo (impuesto aduanero), las
averías (al comercio marítimo) y las anatas (venta de cargos públicos). También
había impuestos especiales al consumo de tabaco, bebidas alcohólicas o naipes.
Cabe
destacar que la Iglesia gozó de gran poder económico al no estar sujeta a
ninguna contribución y beneficiarse de impuestos (diezmos y primicias) y muchas
donaciones. Finalmente, en 1565 se creó en Lima la Real Casa de Moneda; el
principal signo monetario fue el peso (dividido en 8 reales).